Offret

En otoño, las hojas de los árboles. Caen. ¿Las vemos caer?. No siempre. Imaginamos entonces que han caído.

El miércoles 17 de junio de 2015 llegó Rubén de Canadá, hablé con Luis, y como Luis solo tenía disponible esa tarde, Rubén sugirió encontrarnos en el lobby del hotel Alvear a beber una copa. Los tres cursamos juntos la carrera de ingeniería hace treinta años, pero Rubén, sabía de Aleph.

Cuando llegué, ellos ya estaban ahí. Hablaban de tecnología.
Pedí un bourbon y la charla entre ellos continuó por unos minutos. En algún momento de la conversación, Rubén me preguntó: -¿qué pensás?

-Estaba pensando -dije, hace treinta años salía con una muchacha preciosa, muy inteligente y combativa. –Ya saben, siempre me atrajo ese tipo de mujer, ¿por qué?, no lo sé.
El asunto es que en esa época, de gran efervescencia política, esta muchacha se reunía con sus amigos, todos estudiantes de letras, periodismo, de teatro. Cuando me preguntaban a qué me dedicaba y les decía que al estudio de la ciencia de la computación me miraban de soslayo. Pensaban que se trataba de algo frio, inexpresivo, inhumano.

-Treinta años después les doy la razón, para desarrollar una idea toda la tecnología necesaria consiste en un lápiz, un sacapuntas y una goma de borrar. ¿Pero ellos?, ¿dónde están ellos ahora?, programando sus teléfonos inteligentes, sus tablets, sus ebooks y subiendo fotografías en facebook.

-Pequeña ironía.

-Muchos piensan que la computación fue inventada por Bosack, Gates, por Jobs, cuando en realidad ellos no inventaron nada. Lo único que hicieron fue poner todo eso que ya estaba inventado en cajas. Y vendieron cajas. Y cuando se hicieron millonarios y se dieron cuenta que necesitaban de una historia la obtuvieron al estilo americano. Compraron una épica.

-Jobs no esperó a que la gente comprara sus cajas para definir qué tipo de gente era esa. El dijo: La gente que compra nuestras cajas son brillantes, aprecian los detalles, el diseño, la innovación. Los convenció que pagando más caro sus cajas adquirirían mágicamente esos atributos. Y una buena cantidad de gente lo creyó. Cuando Jobs demanda a Microsoft por la copia de su interfaz gráfica, olvidó que antes, él había tomado esas ideas prestadas de Xerox.

-Así es la historia, cada uno la escribe como quiere. Escuché que Mark Zuckerberg, que también tomó algunas ideas prestadas, dijo que usaba siempre el mismo color de camisa para que eso no le quitara tiempo en la elección de cosas frívolas.

Gran ironía.

La computación fue creada por grandes matemáticos. Estoy hablando de Von Neumann, de Turing, Shannon, Backus.

No olvides a Levin –dijo Rubén

Si, el ruso Levin, Knuth

Chomsky –dijo Luis

Si, pero Chomsky es lingüista y los lingüistas vinieron después.

La gente piensa que la computación es algo inofensivo que no tiene nada que ver con uno, que es simplemente una herramienta de comunicación y que todo se detendrá ahí.

No se detendrá.

¿Hasta donde va a llegar?, según yo lo veo, a un completo reemplazo de la realidad por algún tipo de representación, una representación que ni siquiera estará en una relación de semejanza con lo real. La realidad va dejar de existir completamente.

Libro VII de la República –murmura Luis sin mirar a nadie y en voz baja, luego levanta su mirada y encuentra mis ojos: ¿De qué se trata todo esto?. Definí primero qué es real. Este vaso –levanta su vaso. ¿Es real?, ¿Es real porque está en mi mano, o es un conocimiento a priori?. Lo que vemos ahora, -hace una pausa y mira, mira nuestra mesa, mira la ventana, las baldosas del piso, se da vuelta y mira, luego me mira y dice:
-Pequeñas fracciones que en apariencia no están en relación unas con otras pero que nuestro pensamiento logra reconciliarlas cuando afirma: Es de tarde, es esto un hotel. ¿Es eso verdad?. ¿Es eso real?.

-Todo lo que vemos o creemos ver, la forma de organizar el espacio y darle un orden a lo que vemos y hemos visto fue establecido por el racionalismo occidental en el siglo XVI.

-Ahora supongamos que esto está escrito y supongamos que alguien lo lee. ¿Puede la palabra representar este momento y proyectarlo al futuro?. No, no puede. El lenguaje no tiene esa capacidad de expresión. No hay ninguna realidad en el lenguaje y sin embargo, creemos en el lenguaje.
Wittgenstein trató de trazar un límite a estos pensamientos, pero pronto se dio cuenta que para trazar ese límite debía ser capaz de pensar a ambos lados, es decir, pensar lo que no es posible pensar.
Cuando Russell escribe el prólogo de su Tractatus, le hace saber con fina ironía que para alguien que afirma que nada puede ser dicho, encuentra el modo de decir una buena cantidad de cosas, sugiriendo al lector la posibilidad de una salida.

-Tampoco se trata del sueño de Brahma, porque en esa filosofía, existe Brahma pero también Visnú y Shivá que uno imagina otros y anteriores a uno.
De lo que se trata es simplemente de… Solipsismo.

-El problema con esto, es que si uno lo piensa detenidamente es una teoría filosófica muy difícil de refutar.

Ahora Luis se detiene y me mira, luego toma su vaso y continua:
-Según esa teoría no estamos aquí, no hay ninguna realidad, de hecho, esta conversación no existe, solo existe tu mente que la está creando ahora.

-¡No!, no es así. –Le digo a Luis
Voy a contarles una pequeña historia:

-Los sábados tengo por costumbre ir a almorzar afuera. Luego de eso voy a la primera función del cine General Paz o Arteplex y al salir, me siento a una mesa sobre la vereda, bebo un café, y entonces veo desde afuera la fachada del cine.

-Y así, un sábado tras otro, siempre lo mismo.

-El sábado pasado, no había nada para ver, quiero decir, nada que me interesara, entonces decidí caminar. Caminé por Cabildo hasta la calle Mendoza, me detuve a comer algo y luego seguí caminando hasta las barrancas de Belgrano. Era una hermosa tarde, no hacía frio ni calor.
Me senté en un banco de plaza en la parte alta de la barranca, al lado de una glorieta, me senté ahí a descansar y observar el paisaje.

-Poco después paso frente a mi una mujer de unos 35 años y se detuvo.
Una hermosa mujer de ojos grises que preguntó: ¿Puede decirme la hora?.
-Miré mi reloj y respondí: Son las dos y veinte, pero, ¿quién sabe?, este reloj es antiguo, pertenecía a mi tío, es probable que sea antes o después de esa hora.

-Pensé que iba a darme las gracias y seguir su camino pero en lugar de eso se quedó mirándome y luego de un momento agregó:

-Hasta un reloj detenido dá la hora exacta dos veces al día.

-La invité a acompañarme, al principio dudó, pero terminó sentándose a mi lado y comenzamos a hablar. No hubo nada forzado en nuestra conversación. Conversamos como si fueramos dos viejos amigos.
Después de mucho tiempo volví a sentir que podía hablar con alguien. Junto a ella recordé aspectos de mi vida que creía olvidados. ¿Alguien puede creer que en el término de dos horas se puede contar una vida?. Yo no lo creía, pero ahora lo creo.

-Su nombre es María, está separada y tiene un hijo viviendo en Suiza.
Cuando pienso en ella, la extraño, prometimos volver a vernos este sábado ahí, exactamente a la misma hora.
¿Vos creés que mi mente puede crear algo así?, supongamos que si, pero entonces, si mi mente puede crearlo todo, ¿por qué la extraño?

-Ahora, vean mi reloj. -Les mostré mi reloj.
Es un Longines, un buen reloj suizo. Desde entonces ha quedado detenido a esa hora. Las dos y veinte.

-Ya ves, no todo está escrito, existe el azar y el milagro que hace que cuando uno piensa que ya nada puede ocurrir, algo inesperado ocurre que lo cambia todo.

Luis miró su reloj: -Es tarde, tengo que irme -dijo, se puso de pie y nos despedimos.

Le pregunté a Rubén si estaba parando en el hotel.

-No, me prestaron un departamento aquí a tres cuadras.
-¿Viniste por trabajo?
-No, vine para hablar con vos. Es importante

Rubén pagó la cuenta, salimos del hotel y caminamos por avenida Alvear hasta Callao y luego en dirección a avenida del Libertador. Caminamos en silencio, en algún momento quise contarle de mi trabajo, pero cuando dije: Estoy estudiando SDN, son redes… -Sé lo que es, cortó Rubén sin ninguna intención de continuar el diálogo.
En Libertador 946 entramos a un edificio señorial, tomamos el ascensor hasta el cuarto piso y Rubén abrió la puerta.
El departamento era suntuoso y enorme, bellamente decorado pero dejaba ver que nadie lo estaba habitando, La biblioteca completamente vacía, un pasillo daba a cuatro habitaciones con sus camas tendidas y el comedor era tan grande que una mesa para catorce personas no alcanzaba a llenarlo y entonces a alguien se le había ocurrido agregarle una mesa de billar.

-¿Quién te prestó esto?
-Vamos a la cocina y conversamos ahí –dijo Rubén

Rubén trajo una botella de Ballantine's 30 años. Sirvió los tragos y levantó el vaso:

-Salud

Sabía que Rubén iba a hablarme de Aleph, lo presentía. Lo que nunca pude imaginar fue su propuesta y lo desdichado que me volvería al aceptarla. Ahora pienso que Rubén lo supo todo desde el comienzo.

-¿Encontraste a tu amiga? –me pregunta Rubén luego de encender un cigarrillo

-¿A quién? ¿Te referís a Laura, la chica que conocí en Antigua Guatemala?

Rubén no afirma ni niega, dice: -Había en su registro de ruta un salto en el tiempo y en el espacio, del hotel Roma en Turin a un departamento en la calle Uruguay de Buenos Aires el 25 de septiembre de 1972.

Entonces recuerdo: -En el hotel Roma en Turin se suicidó Cesare Pavese y el 25 de septiembre de 1972 se quitó la vida Alejandra Pizarnik en ese departamento. Esa relación no la encontré yo, la encontró una amiga que estoy seguro está en Aleph aunque ella lo niega.

La voz de Rubén ha cambiado, ahora se ha vuelto grave, pausada y reflexiva.

-Veo que tenés muchas amigas, pero dudo mucho que sea esa la relación. Nadie que este en Aleph va a hablar de eso, aún la persona mas cercana, esa que parece no guardar ningún secreto para uno, si está en Aleph, no lo dirá.

-¿Fuiste vos el que me dio acceso a la red?, ¿cómo entraste vos en Aleph?

-No, no fui yo y entré como todos, como vos, pensando que solo se trataba de un juego. Yo era un muchacho que venía de una familia de judíos inmigrantes que se establecieron aquí huyendo de la guerra. Mi madre al verme tan poco integrado me hizo socio de Hebraica para volverme sociable. Lo único que consiguió es que me inscribiera en los cursos de ajedrez que se dictaban por la noche.

-No era de los mejores, sin embargo, mi tutor me derivó a otro grupo mucho más reducido. Ahí nos obligaban a estudiar y a concurrir tres veces por semana para jugar a ciegas. Me di cuenta que era mucho mejor jugando a ciegas, luego, no solo debíamos jugar a ciegas, debíamos ser capaces de analizar jugadas pensando en qué pasaría si las mismas reglas del ajedrez fueran cambiadas.

-Entré en la facultad donde nos conocimos, en realidad ya nos habíamos visto antes.

Vos dijiste: -¡Hola!, no sabía que seguías viniendo.
Si, bueno, yo tampoco sabía que vos seguías, te respondí.
Y nos sentamos juntos.

-Mucho después a Miguel y a mi nos ofrecieron entrar en Cancillería ¿te acordás de Miguel?, nuestra función era puramente técnica, debíamos conectar embajadas y consulados a internet. Eso me permitió viajar y ver de costado el manejo de la alta política. Los embajadores nos invitaban a sus residencias. Fue una noche en Praga cuando alguien se acercó y me habló de Aleph. Ya había caído el muro y la Unión Soviética se acercaba a su disolución.

-Aleph significó para mi la posibilidad de explorar una realidad donde nada debía darse por supuesto y nada de lo que uno pudiera ver, escribir o imaginar resultaba definitivo.
Acepté colaborar.
He visto a muchas personas volverse definitivas, personas que he apreciado y que sin embargo, en algún momento perdieron su alma o bien la vendieron, y yo no quería eso para mi.

-Cuando cayó la Unión Soviética soplaron vientos de cambio, comenzó el proceso de descentralización y entonces se alzaron muchas voces y surgieron muchos círculos de oposición dentro de Aleph, para ese entonces ya me encontraba trabajando para Naciones Unidas.
Hoy, los rusos siguen controlando gran parte de la red y yo dirijo un grupo operativo que mira sudamérica y centroamérica.

-Dentro de esos círculos existe uno autodenominado La Resistencia, un círculo muy cerrado que ha sido puesto bajo observación. Es probable que su objetivo a largo plazo pueda volverse una realidad.

Rubén vuelve a llenar los vasos y enciende otro cigarrillo.

-¿Y cuál es ese objetivo? –pregunto

Rubén levanta su vaso y bebe, bebe y piensa o bebe sin pensar, después me mira y dice:

-La destrucción de todo Occidente.

Hay una pausa, levanto mi vaso y me rio -¿Es broma?
Pero no existe en la expresión de Rubén un resquicio, algo que indique que se trate de algo gracioso, me mira. Hay en su mirada una mezcla de desdén y cansancio, entonces digo:

-¿Estás hablando de terrorismo?

Rubén sonrie a desgano.
-¿Vos pensás que una bomba en el centro de Londres puede destruir Occidente?. No, no son tan estúpidos.
Imaginá por un momento que fuera posible crear un sistema de ideas que de por tierra con todo en lo que Occidente cree. ¿Cómo?, no lo sabemos, tal vez introduciendo una contradicción lógica recursiva en su forma de pensar. Al principio será algo tan evidente y simple de entender que no podrá ser ignorado. Entonces Occidente se refugiará en su historia, tratarán de explicar esa contradicción y reemplazarán esas ideas por otras ideas que llevarán inevitablemente a una segunda contradicción lógica, y a la segunda seguirá una tercera y asi.

-Destruirán el lenguaje y la noción de tiempo de Occidente usando el lenguaje, cada palabra que signifique algo dejará de significar, todo se volverá evidentemente falso. Lo único que resonará en la mente de Occidente será la palabra: Mentira. Todo mentira.
Occidente será destruído por Occidente, el terror no vendrá de afuera, brotará desde el interior de cada uno.

-Este círculo sigue la escuela de Frankfurt, ha estudiado las doscientas teorías diferentes sobre el hundimiento del poder imperial romano en Occidente.

-Ahora se encuentran produciendo una serie de películas, lo cual nos lleva a pensar que hay gente de la DEFA involucrada. En la Deutsche Film de la ex RDA había oficiales soviéticos dedicados a la la cultura y cuyo objetivo era liberar al pueblo alemán del ideario fascista y confrontar el presente.

-Vos viste la primera película.
-Si, la vi –respondo, no se entendía nada.

-Quiero que veas ahora su segunda película, vamos al comedor y la vemos ahí.
Tomé mi vaso y me senté en el sillón, Rubén apagó la luz principal y encendió el televisor.



Terminó la película y hubo silencio. Después Rubén habló:

-Como verás, a diferencia de la película anterior aquí todo se ha vuelto mas concreto, en la película anterior la protagonista parecía visitar un museo aunque luego aseguraba nunca haber estado en un museo, ahí veía una reproducción del cuadro de Kandinsky, el aeropuerto era cualquier aeropuerto. Ahora existe un espacio real, el aeropuerto es el aeropuerto de Barajas, el museo es el museo Thyssen, el cuadro de Kandinsky no es una reproducción.

-No hay nada en esta película que parezca entrar en contradicción con Aleph, después de todo, si Aleph fragmenta el mundo, es lógico pensar que una película Aleph fragmente Aleph. Hay rutas de viaje, hay lecturas en el transcurso de esos viajes, vemos pocas imágenes que existen en el mundo real, hay un salto en el tiempo y en el espacio.

-Sin embargo, los fragmentos de lecturas que aparecen, exceptuando la última, no se corresponden con los números de página mencionados.
Cuando el protagonista visita el museo, se dirige primero a la sala 40 que se encuentra en el primer piso y contempla la obra de Edward Hopper: Hotel Room, recién entonces baja a la sala 43. Extraño.
En el bar, cuando el protagonista dice: Veo a un hombre leyendo un libro. El libro que el hombre lee es el primer tomo de: En busca del tiempo perdido. ¿Por qué?.
El hotel Regina en París. ¿Por qué?.
En fin, demasiadas preguntas.

-Jamás se me hubiera ocurrido analizar la película de ese modo -dije. ¿Vos creés que están pasando algún tipo de mensaje?

-Es posible.
Vamos a infiltrar a La Resistencia. Necesitamos conocer nombres, lugares, fechas, saber quienes lo financian.
Ahora van a filmar su tercera película, el director está buscando un asistente o secretario que lo ayude en la producción. Alguien que tenemos ahí propuso tu nombre que fue aceptado. Se supone que él estaría aquí diciendote esto pero preferí viajar yo. Después de todo nos conocemos hace mucho y te considero un amigo.

Rubén hace una pausa y bebe, espera que diga algo.

-No entiendo lo que me estás pidiendo, ¿querés que me transforme en una especie de James Bond?

Rubén se rie con ganas y vuelvo a reconocerlo en su risa espontánea.

-Si, serás un James Bond gordo, petiso y pelado y sin licencia para matar.
Sé que te gusta el cine, ahora podrás ver desde adentro cómo se hace una película. No tendrás ningún compromiso, si en algún momento decidís retirarte, solo tenés que comunicarlo y eso será todo.

Rubén escribe en un papel cuatro números y me lo entrega.

-Mañana o el viernes, van a publicar un anuncio en el diario La Nación, el anuncio dirá: Offret y cuatro números, estos cuatro números más esos cuatro números corresponden a una línea telefónica. Hablá desde una cabina, cuando atiendan, decí: Llamo por el anuncio. Así sabrán que sos vos y te darán una cita. No menciones haber visto esta película y de más está decir que esta conversación nunca existió.

-En San Telmo en la dirección Chacabuco 733 existe un bar llamado La puerta roja. Para comunicarte con nosotros vas a dirigirte ahí, vas a sentarte y pedir un martini, si te preguntan: ¿Qué tipo de martini desea?, responderás: Un martini de granada de Oprah. Luego escribirás en una servilleta de papel el reporte, muy breve y lo dejarás sobre la mesa.

Tomé el papel y lo puse en mi bolsillo.

-¿En qué te quedaste pensando? –pregunta Rubén

-Estaba pensando -dije, pensaba cuando eramos jovenes estudiantes, pensaba cuando leí por primera vez la definición del protocolo IP.
El protocolo IP es responsable de enviar un mensaje de un punto A a un punto B, para eso lo descompone en pequeños fragmentos llamados datagramas.
El protocolo IP no puede asegurar que los fragmentos lleguen en el orden correcto. No puede asegurar que los fragmentos sigan una misma ruta, ni siquiera puede asegurar que los fragmentos lleguen.
Pero debe hacer su mejor esfuerzo.
Cuando leí eso, hace ya muchos años pensé: No va a funcionar, un protocolo que solo promete hacer su mejor esfuerzo. Y sin embargo, funciona.

Me puse de pie y Rubén me acompañó hasta la puerta de calle. -Nos estamos viendo –dije, Rubén apoyó su mano en mi hombro y dijo: No existe azar en Aleph.

El anuncio decía:

Offret
9049 horas

Me dirigí a una cabina y llamé por teléfono.
-¿Si?
-Llamo por el anuncio

Silencio, luego otra voz dijo:

-Café Molière, Chile 299, 20 horas.
Luego de eso cortaron la comunicación.

Llegué al café Molière a la hora indicada, entré y me senté en una mesa apartada sobre el sector derecho, todas las mesas estaban cubiertas por un mantel a cuadros rojos y blancos. No había mucha gente. Cuando llegó el camarero le hice saber que estaba esperando a una persona.

Yo dominaba la puerta de entrada pero el hombre llegó desde la dirección contraria, se dio vuelta y permaneció de pie unos momentos observándome. Traía en su mano un portafolio que dejó a un costado antes de tomar asiento.

Era un hombre de unos sesenta y cinco años, estatura media, vestido elegantemente, delgado, tenía una profusa barba plateada que hacía juego con su larga cabellera revuelta y bien cuidada que los años no le habían arrebatado. Unas gafas redondas de grueso cristal hacían que todo se viera pequeñísimo impidiendo adivinar el color de sus ojos.

Se sentó y permaneció en silencio lanzandome de vez en cuando una mirada furtiva. Se rascó la cabeza y también tosió, una tos seca de viejo fumador. Cuando llegó el camarero me preguntó:

-¿Qué desea beber?
-Una cerveza estará bien –respondí
-Traiga dos cervezas

Su voz era firme pero afectuosa, después pensé que bajo esa apariencia podía ocultarse otra voz, la voz de un hombre atormentado.

-Antes que nada debemos resolver una cuestión práctica –dijo eso levantando el dedo índice de su mano izquierda, puso sus manos en cruz y quedó pensativo. Su mano era delicada, con dedos largos y delgados como las de un pianista. No llevaba alianza.

-¿Ha pensado en algún nombre?
-¿Qué?
-Usted se llamará Zeta y para usted yo seré el astrólogo. ¿Cuánto sabe de cine?

-No mucho –respondí tímidamente, leí algo de teoría, Bettetini, Metz, Deleuze.
El astrólogo sonrie, -¡Al diablo con la teoría!. ¿Cuando cree usted que comienza una película?

-Supongo que cuando se tiene una historia.
-No, no comienza ahí. Una película comienza cuando se tiene un conjunto de ideas en las que uno cree, aquello que define quienes creermos ser, la historia es solo un vehículo para llegar a esas ideas.

-Voy a leerle algo y quiero que escuche con atención.
Abrió su portafolio y extrajo un cuaderno de tapa roja, en ese momento llegó el camarero y apoyó las jarras de cerveza sobre la mesa.


La idea de mi película es anterior a Nostalghia; las primeras notas y borradores nacieron cuando aún vivía en la Unión Soviética. En el centro estaba la vida de un hombre enfermo de cáncer, Alexander, curado de su enfermedad por ofrecer un sacrifico.
A mi, como persona con convicciones religiosas, me interesa sobre todo alguien capaz de entregarse en sacrificio, ya sea por un principio espiritual, ya sea para salvarse a si mismo. Un paso así presupone apartarse de toda intención egoísta; es decir, esa persona actúa en un estado existencial más allá de la lógica.

Uno de los aspectos del retorno de la persona a una vida reflexiva, es su actitud frente a sí mismo: O se vive la vida de un consumidor entregado al supuesto progreso, o se reencuentra la propia responsabilidad interior, que se dirige no sólo hacia uno mismo, sino también hacia los demás. Una persona que no sienta (aunque sea en términos muy modestos) la capacidad de entregarse a una persona, está a punto de cambiar su vida por la de un autómata.

Si la vida va siguiendo paso por paso las ideas que uno ha desarrollado, entonces las ideas ya no le pertenecen; son solo mensajes que se reciben y transmiten.
Por eso Pushkin tiene razón cuando afirma que todo poeta, todo artista verdadero es, contra su propia voluntad, profeta. La capacidad de ver el futuro le parecía el más horrible de los dones de los que puede disponer una persona.

Mi nueva película es diferente. Alexander es un hombre que vive en un estado permanente de postración, que fue actor, hasta cansarse del continuo “hacer teatro” y decidir cambiar de vida, un hombre que de forma instintiva percibe el peligro de la tecnología moderna, un hombre cansado de la palabra, que busca el silencio, para después poder actuar.

A pesar de todo, a pesar del gran silencio apocalíptico del que nos habla la película, ¿hay motivos de esperanza?. La respuesta la da quizá la vieja leyenda del riego paciente y perseverante de un árbol seco. Porque el monje, que contra toda razón fue subiendo año tras año los cubos de agua a la cima del monte, creía en forma concreta en los milagros de Dios. Por eso, un buen día se le reveló uno de esos milagros: por la noche, las ramas secas habían florecido.


El astrólogo cerró el cuaderno y levantó su jarra.
-¿Quién escribió eso?
-Creo que son pasajes tomados del libro: Esculpir el tiempo -respondí

-¡Bien!, un punto a su favor.
Usted no me recuerda, pero yo jamás olvido una cara. Usted estuvo en Acapulco viendo el rodaje de nuestra primera película.

-Si, pero en la película que yo vi, aún no estaba incluída esa escena y solo intercambié unas palabras con la actriz.

-¿Con Elena?. ¡Gran actriz española!. Para esa película hicimos casting. Cuando ella llegó ya era muy tarde y todos queríamos regresar a casa. No tenía el guión, no sabía de que trataba la historia como usted dice. Pero tomó los papeles y se retiró a un lugar apartado a leer y luego de eso comenzó a repetir en voz baja sus líneas de diálogo hasta que en un momento dijo: Ensayemos.
No hubo que corregir nada, dijo sus líneas con las pausas, la expresión e inflexión de voz exacto en que debían decirse ¿y sabe por qué?, porque hizo suyo el espíritu de la obra, no de la historia. Después del rodaje regresó a España.

-Para le segunda película dije: -Traigan a Elena Burgos, pero ellos dijeron: No, en esta película no puede haber una actriz española. ¡Malditos idiotas arrogantes!, no saben nada y créame, si yo sigo aquí no es por ellos, es por nuestra mecenas que los obliga a que yo siga dirigiendo.

-¿Una mecenas?
-Nada, olvide lo que dije. –El astrólogo parecía arrepentido por haber dicho lo que aparentemente no debía decir. Después bebió hasta acabar su cerveza y pidió otra vuelta.

-Para filmar, suelo contratar a estudiantes de cine, después de todo, de sus cabezas saldrá aquello que veremos en el futuro. Los observo trabajar, a todos les miento, les digo que Aleph es pura invención mia, trato de ver en ellos una vanguardia. ¿Pero sabe qué?, no existe ninguna vanguardia. Hoy todos quieren hacer cine de Hollywood.

-En la segunda película, tuvimos varias reuniones, en la primera, una chiquilla me preguntó: ¿A qué público va dirigida esta película?. –El astrólogo sonrie- Como si el estudio de mercado tuviera algo que ver con la producción de una película. Si así fuera, ¿qué diferencia habría entre alguien que produce una película y alguien que quiere montar un local de comidas rápidas?.

Llegó la bebida y el astrólogo quedó pensativo, después dijo:

-Diego de Landa fue un fraile de la Orden Franciscana que llegó a ser nombrado provincial de Yucatán conviertiendose así en la mayor autoridad eclesiástica de toda la provincia que en ese entonces también comprendía Guatemala.

-El 12 de julio de 1562 al ver que las prácticas paganas no cesaban, tomó poderes inquisitoriales y mandó quemar todos los códices mayas de los cuales solo sobrevivieron tres. Hoy, uno de esos códices se encuentra en Madrid.
En el siglo XVIII desaparecieron las últimas personas capaces de entender los complejos glifos mayas.

-A pesar de lo que uno pueda pensar, Landa era una persona muy instruída que estudió su cultura y llegó a dominar su lengua. Es probable que haya conservado algunos códices. Entre los años 1566 y 1568 escribió su obra: “Relación de las cosas de Yucatán”.
Cuatro siglos después, ese libro, permitió al lingüista Yuri Knórozov descifrar la escritura maya.

El astrólogo hace una pausa y levanta su jarra, pero antes de beber pregunta:

-¿Entiende la dimensión trágica que encierra esta historia?

-Imagine ahora a un sacerdote maya de aquella época al que le imponen por fuerza unas imágenes y una historia que no logra comprender. Ese sacerdote que ve a los caciques pedir por el regreso de Landa entiende que todo se ha perdido. Piensa en sus hijos y en los hijos de sus hijos que olvidarán muy pronto quienes han sido hasta volverse irreconocibles. Muere, regresa quinientos años después y todo lo que ve es a un pueblo avergonzado. Le dicen que un epigrafista ruso ha descifrado su lengua. Lee los libros que este hombre ha escrito y descubre que nada de lo que está escrito ahí es verdadero.

-¿Puede imaginar eso?
No, no puede, porque lo que acabo de decir usted lo imagina creyendo en algo que no tiene nada que ver con aquello en lo que ese sacerdote creía.

-¿Esa será la historia de la película?

El astrólogo sonrie.

-Si hicieramos una reconstrucción de época y tomaramos algunos actores y los disfrazaramos de caciques mayas, aún cuando esos actores pudieran hablar la lengua de sus ancestros, aún cuando nuestro trabajo fuera honesto y cargado de buenas intenciones, estaríamos mintiendo.
Lo que le he contado es solo la idea.

-La historia va a transcurrir en tiempo presente, no nos apartaremos de los principos de Aleph.
La película va a ser rodada aquí y en Antigua Guatemala. Cuando estemos avanzados, tal vez le pida que viaje para allá. Tal vez haya que rodar algunas escenas en España. Por el momento quiero que piense en la idea, busque información, imagine variaciones, piense en todas las direcciones posibles. Para la próxima vez que nos encontremos quiero que me traiga un esbozo de la historia. Voy a contactarlo a través del teléfono Aleph, cuando escuche: “Xibalba es mi referencia”, sabrá que el encuentro será ese día a las diez de la noche en el bar de Cao. Independencia 2400.
Eso es todo.

-Está bien –dije- y me puse de pie.
-Siéntese, una última cosa. Cuando su nombre fue propuesto, ellos insistieron en saber algo más sobre usted.

Volví a sentarme y astrólogo tomo su portafolio y sacó una carpeta de oficina. Pasó algunas páginas y leyó:

-13 de junio de 2015, 12:50, camina por avenida Cabildo hasta avenida Congreso, se detiene a leer la cartelera del cine Arteplex, continúa caminando hasta la calle Mendoza, entra en el restaurante 1810 y almuerza, camina por la avenida Juramento en dirección a las barrancas de Belgrano…

-¿Me estuvieron siguiendo?

El astrólogo pasa algunas páginas y continua:

-Cuando yo era chico, vivíamos en una residencia universitaria en la provincia de Tucumán. Era un lugar dominado por la naturaleza, uno podía encontrarse ahí, a la vera de un rio a un entomólogo tirado en el suelo estudiando el comportamiento de un pequeño insecto. Todas las casas eran iguales y las puertas no se cerraban con llave.
Una noche…

-¿Nos estuvieron grabando?

-Escuche –dice el astrólogo queriendo continuar
-¡No, usted escucheme a mi!, ¡ella no tiene nada que ver con esto!, no sabe nada, ¡quiero que la dejen tranquila, o usted me garantiza que esto va a ser así o esta conversación se acaba ahora mismo!

El astrólogo pasa directamente a la última página.

-Pequeño burgués monoteista sin ninguna relevancia, solicitud rechazada.

El astrólogo deja la carpeta en la mesa, se saca los lentes y permanece en silencio un tiempo, luego me mira y dice:

-Como podrá ver, no les hice caso. Confío en usted.
María no existe, su nombre es Tatyana Smirnova, regresó ayer a Moscú. Ella redactó el informe.






Caminé sin rumbo,






Toda mi vida he caminado sin rumbo,






Después, me dirigí al bar La puerta roja, me senté y pedí un martini, preguntaron lo que ya sabía iban a preguntar y yo dije lo que debía decir. Escribí en la servilleta:



Mecenas
Antigua Guatemala
Bar de Cao [próximo encuentro]


Recordé a María y en todo lo que representaba para mi, iba a denunciarla, iba a escribir su verdadero nombre, pero no lo hice. ¿Saben por qué?, porque yo la he visto y he hablado con ella, en cambio Rubén y quien quiera que leyera eso, solo estarían imaginando.